9/24/2010

Madrid es...

Madrid es una piedra del despecho
lanzada contra una ventana.
Joder, ni siquiera queda el consuelo
de verla rota, sólo astillada.
La policía, unos metros atrás
mira la jugada y al muchacho,
que la lanza desde la calzada
y con la camiseta empapada.

Madrid es también un torso desnudo
en otra ventana, esta vez lejana.
Tan lejos, en lo que cambia un semáforo
es sólo un torso desnudo,
sin sexo y sin rasgos.

Madrid, por la noche, también es,
desde el asiento de mi auto,
una familia de etnia gitana angustiada
y un coche patrulla que lanza destellos
y luces azuladas sobre un bebé
que no entiende nada
y una explicación trasnochada
de quien la amamanta.

Pero Madrid también es
una pareja que se besa en una sombra
en un rincón si adornar.
En la promesa de amar
unos labios jóvenes y pasajeros
que no saben hablar de la escena
que pintan en esta ciudad.

Madrid es un grupo de adolescentes,
nido inseguro, cruel y banal,
el chico de las muletas
y todas ellas, que no le mirarán.

Madrid es, llegando a Vallecas,
un enano que carga una caja
Sobre la cabeza la lleva,
como un bulto con dos patas,
que mira al espectador
y recela de su mirada.

Madrid es soledad y el grito de ingrata.
Cuando te amo,
en estas noches de calor y necesidad
y tú no me amas.

Sé, que en tus entrañas lejanas,
en el tiempo y en la esperanza,
hay felicidad, aceptación,
compañía y una almohada joven,
perfumada y excitada.

Pero, puta ciudad ingrata,
no me lo das, me lo arrebatas,
y paso con mi coche
por tus venas vacías,
viendo tu corazón,
sin que por mi lata.

9/19/2010

El olvido de las cloacas

Tendría yo unos catorce años y un amigo inseparable llamado Juan. Ambos éramos amantes de las aventuras, ya fueran ciertas o figuradas. Los dos vivíamos en La Dehesa del Príncipe, junto a la colonia de Cuatro Vientos.

Allí termina la ciudad de Madrid. Poco más allá de nuestras casas comenzaba el campo, una inmensa arboleda y una dehesa que no acaba hasta que comienzan las primeras casas de Alcorcón.

Por aquellos lares solíamos caminar y hacer hogueras, construíamos casas en los árboles, refugios secretos...

Y un día dejamos de hacerlo, al encontrarnos con una red naranja a modo de valla: habían comenzado las obras de la M-40 (sí, así de mayor soy).

En medio de nuestro amado campo comenzaron a excavar una enorme zanja por la que pasaría la carretera de circumbalación. Un día, explorando las obras un día de agosto, descubrimos que la excavación había dejado al aire un antiguo túnel de alcantarillado.

Nos resultó muy curioso, porque tenía un eje que iba hacia el nordeste, y en esa dirección, en ambos sentidos, no hay nada (más o menos estaba donde muestra la imagen).


Al día siguiente regresamos pertrechados con linternas, y con nuestra imprudencia juvenil nos metimos a recorrer el túnel.

Avanzamos unos 40 metros, hasta que una sección derrumbada nos impidió el paso. El derrumbe no era nuevo ni provocado por las obras, porque estaba lleno de raíces viejas. Eso, junto al hecho de que no se veían hongos, musgos o similares nos llevó a pensar que estaba en desuso desde hacía mucho tiempo.

Investigando después descubrimos que era una construcción de estilo romano, un túnel hecho con ladrillo y un pequeño escalón longitudinal para caminar.

En Madrid se han descubierto algunos importantes restos romanos (aunque no es una zona especialmente prolífica en restos de esa época) así que mi amigo y yo pensamos que pronto saldría en la prensa y que sabríamos por fin de cuándo era y a dónde iban esas cloacas.


Nunca lo supimos. Las taparon y construyeron encima.

Prometo averiguar más del tema. Añadir imagen